14 de Febrero

Tuesday, February 14, 2006

Un 14 mas

Ni un mail, ni una llamada. Nada. No queda nada. Ni siquiera lo atropellada de nuestra llamada telefónica fue motivo de réplica, lo cual confirma todo lo que empecé a tejer con madeja de hechos y detalles en color gris… Curiosamente un día como hoy empezamos hace ya cinco meses y para mí (no se tú) hoy no hay nada qué celebrar.

Hoy me cansé de extrañarte. Me harté de ser el backup, el respaldo, la última de tus posibilidades y simplemente te dejo ir. Ni bien se cumplió un mes de tu partida y te rendiste. Vamos, quizá jamás vi las señales (que eran claras por cierto, ahora lo veo) pero, maldita costumbre femenina que esperan a que uno interprete. Y no, eso nunca pasa, ¿qué no es obvio?. No lo vuelvas a hacer, es una crueldad, por favor. Al menos al que venga después de mi no se lo hagas, con todo y que unidad de género no tengo…

Pensé que recordarte bien y pensarte como la mujer que llegó para “transformar mi vida” sería suficiente para mantener este amor que sentía por ti completamente efervescente. No fue así. Te sobre estimé, y tu debilidad para soportar esta clase de separaciones (vista de antemano en tu última relación antes que la nuestra), plagada de ausencias y disfunciones emocionales, choque de lo que tu llamabas “nuestras diferencias”, acabó con el encanto. Y si, estoy desilusionado de ti y de mí. De ti por tener los brazos laxos sin fuerzas para pelear, de mi por tener demasiadas esperanzas.

Lo peor es descubrir que quizá esos meses -intervención de cupidos malavenidos y afiebrados por la soledad- los cuales pasamos juntos, en realidad fueron una gran mentira. Una realidad paralela que inventé y a la cual me aferré y tu, cobarde al fin y al cabo, no pudiste cortar a tiempo.

Hoy salgo del auto confesionario y te expulso de mi corazón, o por lo menos tengo esa intención, porque si no lo hago entonces la reacción en cadena cual cáncer en fase terminal, se extenderá a otros menesteres de mi vida y créeme, eso si no es justo. Sobre todo porque no hay corticoide que pueda con esto.

Como tampoco fue justo que triunfara el egoísmo, vamos, jamás te pedí que dejaras de hacer tus cosas o cumplir tus sueños… tan sólo quería ser parte de ellos, a la distancia si quieres, pero estar ahí. Presente en el proceso, en la espera…que no llegaba a un año y aparentemente valía la pena, y es ahora, cuando se antoja escuchar la frase que perora: “No hay más distancia que la que está en lo ojos de quien la quiere ver...” Y esa fuiste tu.

Yo debo tener mi parte de culpa desde luego, empezando por no ser la persona que “esperabas” o que colmara tus expectativas y aun así, decidir luchar por un amor que condenaste al fracaso desde el inicio. Porque así lo veías, porque además –conocimiento de causa que doblega la conciencia- siempre supiste que había fantasmas… nunca los eliminaste del todo, lo reconociste la última vez que hablamos por teléfono. Luego entonces… ¿qué fue verdad mi querida Anya? Vivimos una mentira y nos la creímos.

Pequeñas cosas como las fotos del Messenger en donde jamás aparecí contigo (a la vista de los demás) y en su lugar te presentabas sola… en otras actitudes, ¡ah! –azules no me olvides- ¡como cuando te coqueteaba! o del hi5, o cosas que tu llamabas tonterías. Un te quiero en lugar de un te amo, un man en lugar de un “amor”, una que otra salida en donde yo no tenía cabida… llamadas por teléfono en donde tu voz cambiaba… ¿por qué? O como cuando “te sensibilizabas” y llorabas al decirme te quiero, quizá era solamente el reflejo de tu imposibilidad para responder a la altura de las circunstancias y las lágrimas de impotencia te traicionaban… Pero eso sólo tú lo sabes muy bien. Señales
que en dicho momento nunca vi o que no quise ver; que minimicé a favor de “la confianza” y ahora, como piezas de rompecabezas empiezan a embonar sin dificultad.

Porque está comprobado que el amor que pude haberte dado, tanto lo vivido en el pasado como lo asfixiado a futuro, para ti fue poca cosa. Nadie que se dice enamorado/a, nadie que dice o siente un “te amo” es capaz de dejarse vencer tan fácil… a menos que hayan otras poderosas razones y nada tiene que ver el sobrevalorado y gastado término que me suena a pretexto -crecimiento personal- o -tierra de por medio-. En el amor, en el sentido en el que lo conozco no necesariamente cabe la lógica y la razón, por eso cuando dices… “alguien me gusta” me destrozas… porque claro, con todo y que agradezco infinitamente tu honestidad, me cuesta trabajo pensar qué tan rápido se evaporó. Y bueno… luego de que te arrepentiste al decirme que jamás debiste ser débil y volver conmigo, diste la estocada final.

Me quedo con mi devaluado amor, gracias por devolvérmelo, lo guardaré bien. De la misma manera, me quedo con las ganas de continuar cualquier tipo de esfuerzo, incluido el “romántico” oficio epistolar que –siendo sinceros- se enfría con la “digitalidad” (válgame el neologismo) del e-mail. Mejor. Lo guardaré, porque seguramente alguien podrá apreciarlo, o quizá hasta jugar con él, como lo hiciste tu, eso no importa. Pero el círculo se cierra aquí. Alguien que desprecia mi amor, es alguien que rechaza mi persona y todo lo que significo, de modo que… gracias pero no gracias, hasta aquí queda todo. No quiero tu amistad, porque no me interesa, y es triste para mi reconocer que la imagen que hoy me queda de ti, lejos de la mujer buena, completa, sensible, con alto sentido del éxito, que pensé que había aprendido a no ser tan cerrada y había abierto su corazón a posibilidades nuevas, engrandeciendo su alma… hoy quizá sea la una mujer “exitosa” en términos de cosmopolitan: egoísta, soberbia, superflua, que no puede manejar las situaciones y prefiere el camino fácil, el práctico y si yo no acepto una pareja así, mucho menos una amistad. ¿A dónde se fue ese… “think different” del anuncio en blanco y negro del que platicábamos al principio? ¿A donde?

Lógica pura, sensatez, hiperrealismo lo que falto poner de mi parte… Nuestra relación fue tiempo perdido porque no se aprendió… De qué chingados sirvió que no peleáramos, que no discutiéramos, que buscáramos hacernos felices? ¿De qué? De nada… porque hoy mientras lees estas líneas, que sé cual ideas cuadradas, -14 de febrero acompañada- no llegarán a tu corazón, porque muy probablemente andas tan ocupada en disfrutar “tu” momento, que ni siquiera terminarás de leerme. Y tal vez no esté mal que hayas optado por pensar en ti y no en los dos… porque está claro… NO SOY la persona que quieres en tu vida.

De nada me sirve saber que para ti fui un buen tipo, o… un wey que te quiso mucho… que te respetó y blablablá si es que no vas a estar conmigo. No me alimenta en nada, ni el ego. Y así como tu pudiste sacarme de tu vida tan rápido, te prometo que mi luto durará poco, porque estoy enfrascado en pisotear tu recuerdo, en ensuciarlo, en desmitificarlo, estoy intentando destrozar la imagen que finalmente creé de ti, de arrojarte y luego celebrar -cual caída de un Hussein cualquiera- del pedestal.

Hoy quito de la selección musical, todo el soundtrack que me amarra a ti, ese “Red compilation” que ambientó nuestras escenas de amor prolijo, lindo, demasiado perfecto, corpóreo, aunque falso; dejaré de ir solo a los lugares a los que íbamos en pos de encontrarte en el aire, dejare de extrañarte, de llorarte, de dormir con tus prendas por recuperar un poquito de tu olor, de ver las fotos en donde parece que somos la pareja del año, de chiquearme mientras abrazo una almohada aterciopelada de formato largo, de leer tus correos electrónicos, de tocarme pensando en tus besos, en tu cuerpo, en tu sonrisa, en tu mirada de lado… olvidaré por completo que alguna vez bailamos en ese departamento con detalles rojos y balcón hacia un castillo, haré a un lado pensar en esos cortejos que parecían interminables… desterraré la idea de recordar esos besos… esos ojos…
Quitaré de la contestadora un mensaje con tu inolvidable voz desesperada por decirme que quisieras que estuviera contigo, si allá en Washington; desapareceré de la película de mi vida, la escena del perrito al cual salvamos la vida, tu llorando, yo enojado, olvidando por completo que inevitablemente, nos separábamos…

Te empiezo a odiar, porque si no lo hago no dejo de amarte, te empiezo a olvidar porque si no lo hago me olvido de mi mismo. Empiezo a callar porque hay demasiadas cosas que quisiera gritarte hasta quedarme sin voz… Y aquí más que nunca es cuando viene a mi un “no te salves… y un no te quedes conmigo…”

Y si esto te hace sentir un poco mejor, corroboro una vez más… ¡que seas feliz, que te vaya bien… y que logres toooodo lo que te propones… ¡de corazón!

Sólo te pido algo: Con el tiempo, no me busques si no es para estar conmigo y amarme… Y si aún con todo vienes, no me pidas amistad porque no es lo que quiero de ti, mucho menos tengo ganas de ofrecerte, ofenderías mi inteligencia y mi amor propio. No me escribas si no es para que me digas la verdad de todo lo ocurrido durante nuestra relación, y me des una explicación o por lo menos la verdad ante lo que -aunque no se mintió, se ocultó-. No me vengas con fantasmas o “nos” disfrazados de “no sés” porque te despreciaré.
No vengas a mi si me comparas, si me mides con tu escalímetro de valores compungidos, represores, de fachadas y apariencias.
No vuelvas nunca a mi si no soy tu primera y única opción…

Pd. Porque Benedetti tuvo sentido al empezar, y empieza a tener mucho más sentido al terminar…

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas
entonces
no te quedes conmigo



Adios, Anya. Mi sawbona, mi dulce niña… este es un adiós tan definitivo como el de Manu Chao en esa canción que queda perfecto para ambientar este mail: “la despedida” de su disco “clandestino”. Un adiós escrito, un adiós -ternura de amantes torturados por la distancia-
Un adiós con tierra de por medio.

man.